Me la ofreció a pesar del abandono y a pesar de la lejanía
No me gritó, no me insultó, no reclamó
Cobijo mis manos entre sus cuerdas vibrantes
Apago mis silencios con su voz estruendosamente dulce
Derramo las ganas acumuladas en los meses de encierro
Disfruto más que yo el sentirse querida.
Recordamos esa vieja canción oculta entre breves acordes
Recordamos el amor desvanecido
Seducíamos la inmensa noche oscura
Que en silencio y esmero espiaba entre blancas persianas
Descubrimos que podemos ser cómplices y enemigas
Y todo, todo, absolutamente todo dependiendo de mí animo.
En las horas de congoja ella se une a mí como un solo cuerpo
Mas en la alegría ella me odia, me rechaza como el sol al hielo
Pero pese a todo,
yo la quiero,
mientras ella aun lo piensa.