16 ago 2008

La taza de té con miel no milagrosa

Y todavía me parece increíble que fue ayer cuando leía de un poeta y su té con miel y ahora me hallo con una gran taza en mano. Extraño se preguntará usted, si extraño pues no bebo aquella infusión a menos que sea de suma urgencia o necesidad y esta situación lo amerita. Obstrucción respiratoria, mil vueltas en mi cama, quinientas a la derecha y quinientas a la izquierda, una alarma lejana y son las cinco por descarte.
Frío pero más que frió malestar y es precisamente en este momento en el que mil maldiciones se cuelan por mi mente acrecentando mi insensatez. De pie casi sonámbula camino y voy sintiendo como uno a uno se erectan todos los vellos de mi ser, el mal genio se asoma de inmediato y la poca respiración no me ayuda a dominarlo mucho menos erradicarlo, le advierto no se cruce conmigo en este momento. Bebo sorbo a sorbo con el asco anudado en la garganta y de pronto siento que esta prefiere la huelga de hambre a permitirle el paso a este desagradable té desperdiciado.
Sigo bebiendo y Sócrates se roba mi atención de un segundo a otro me transporto a una de esas viejas clases de filosofía donde desde comienzo a fin me maravillaban las historias tan bien relatadas por aquel individuo comúnmente llamado profesor.
Fueron sus palabras las que lo condenaron, su apego a la ley lo apegó a la muerte y aquella bebida la que le arrebató la vida (se supone que esta que ingiero me la aliviara) sigo bebiendo pero ahora a sorbos agigantados para ver si así logro que esto se acabe de una vez por todas y ya me queda un cuarto. Repaso el día anterior y sacó varias conclusiones las primeras bastante lógicas, las segundas las razono más y la tercera me provoca escalofríos, lo que siempre quise pensar, saber, oír o sospechar ya no estoy tan segura de quererlo pensar, saber, oír o sospechar. Hoy me encuentro confundida, sin saber a quien recurrir, nadie lee mi mente, nadie sabe mis fracasos (o muy pocos) y ya no los quiero mencionar. Una nueva mezcla se apodera de mi alma, nadie es mejor que otro, azabache contra diáfano (confusión) cosas distintas, cosas opuestas (más confusión) nadie es perfecto, solo uno apareció primero y el otro aparece después (absoluta confusión). Sigo bebiendo y ya me bebí la ultima gota, se supone que estoy mejor pero aun sigo sintiendo como mi diafragma se contrae con cada estornudo y como la confusión aumenta con cada acto.

1 comentario:

SirWally dijo...

Es inevitable decir que me encanta tu detallismo (si es que existe esa palabra, y si es así, es sólo tuya y de nadie más)

Besos, niña querida