
Las 1.15 el reloj sigue avanzando.
La muralla estampada en flores me agobia de sobremanera, el cielo tapizado de lucesitas diminutas me acompaña en mi desvelo diario.
Son las 1.15 -me digo- y el reloj sigue avanzando.
Comenzó la tendencia tan común de contar ovejas, voy en la 10 y las lucesitas ya no brillan.
Sigo inconciete contando tontas ovejas que me hagan pensar que las 2 horas de desvelo diarias ya fueron cumplidas, voy en la 100 abro los ojos y estiro un brazo tratando de hallár en el tumulto de ropa esparcida por el piso un aparatito insoslayable del siglo 21, abro un ojo de mala gana y son las 1.15 sigo contando hasta la 150 y su ruidito se hace presente, es mi subconciente y continuo contando, un chorro de sangre aparece en mi almohada, ¡que rayos pasa aquí!, me levanto en un segundo y ya no se donde estoy, una barca, una noche violácea, una calma desesperante y en mi mano sigue el celular. Con recelo lo vuelvo a mirar y son las 1.15.
Despues de casi 1 hora me vengo a dar cuenta que mi celular está ¡¡¡malo!!!, la hora no avanza.
Un pueblo de vida nocturna, de mujeres y niños corriendo por las calles a plena luz de la luna. Casas, autos, arboles, puertas y justamente son estas las que necesitaba.
-Hola, disculpe ¿me podría decír la hora?
-si, son las 1.15
-gracias - y mi cara de terror se hace presente.
Fueron si no me equivoco 167 puertas en donde la respuesta fue la misma.
y mis noches aún siguen siendo las mismas.
La muralla estampada en flores me agobia de sobremanera, el cielo tapizado de lucesitas diminutas me acompaña en mi desvelo diario.
Son las 1.15 -me digo- y el reloj sigue avanzando.
Comenzó la tendencia tan común de contar ovejas, voy en la 10 y las lucesitas ya no brillan.
Sigo inconciete contando tontas ovejas que me hagan pensar que las 2 horas de desvelo diarias ya fueron cumplidas, voy en la 100 abro los ojos y estiro un brazo tratando de hallár en el tumulto de ropa esparcida por el piso un aparatito insoslayable del siglo 21, abro un ojo de mala gana y son las 1.15 sigo contando hasta la 150 y su ruidito se hace presente, es mi subconciente y continuo contando, un chorro de sangre aparece en mi almohada, ¡que rayos pasa aquí!, me levanto en un segundo y ya no se donde estoy, una barca, una noche violácea, una calma desesperante y en mi mano sigue el celular. Con recelo lo vuelvo a mirar y son las 1.15.
Despues de casi 1 hora me vengo a dar cuenta que mi celular está ¡¡¡malo!!!, la hora no avanza.
Un pueblo de vida nocturna, de mujeres y niños corriendo por las calles a plena luz de la luna. Casas, autos, arboles, puertas y justamente son estas las que necesitaba.
-Hola, disculpe ¿me podría decír la hora?
-si, son las 1.15
-gracias - y mi cara de terror se hace presente.
Fueron si no me equivoco 167 puertas en donde la respuesta fue la misma.
y mis noches aún siguen siendo las mismas.
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